El psiquiatra y monologuista Luis Gutiérrez Rojas abordó, en el Foro para el Desarrollo Angeco, las claves para la motivación en un entorno especialmente angustiado que tiende a magnificar los problemas reales y provocar insatisfacción e infelicidad.
Según el doctor Gutiérrez Rojas, vivimos en un momento de la historia espectacular, con una esperanza de vida como nunca hemos tenido y una calidad de la misma cada vez mejor, y sin embargo, cada vez arrastramos mayor angustia e irritabilidad.
Según su experiencia profesional, es curioso observar cómo la gente que menos sufre problemas importantes es la que más se queja y la que se siente más angustiada. Esto se debe principalmente a una cada vez mayor incapacidad de gestionar la frustración y el fracaso y aprender de ambos, algo que considera fundamental.
En el puzle de la felicidad siempre va a faltar alguna pieza, pero lo importante es fijarse en todas las piezas que tenemos y no en la que falta, no quejarse por ello y ver qué podemos hacer nosotros para mejorar.
Conocernos a nosotros mismos y aceptarnos con nuestros defectos y virtudes es el primer paso necesario para poder progresar. Los cambios nunca van a venir de fuera, tienen que partir de nosotros mismos. Es fundamental evitar el victimismo y el neuroticismo.
Usando como ejemplo el cuento del Mago de Hoz, el ponente destacó la importancia de encontrar el equilibrio entre el cerebro, el corazón y la voluntad. El cerebro nos permite conocernos y para eso necesitamos a los demás porque somos malos jueces de nosotros mismos, perder el miedo a la crítica para poder ser conscientes de lo que tenemos que mejorar y, a partir de eso, montar nuestro plan de formación personal o empresarial.
El corazón es también muy importante, pero hay que tener cierto control sobre los sentimientos porque vivimos en un mundo muy sentimental y si nos dejamos llevar caeremos en un caos y un descontrol enorme. Hagamos lo que hagamos llegará un momento en que nos cansará y será monótono, y es precisamente ahí cuando mejor lo hacemos. En la vida personal y profesional hay que hacer, en muchas ocasiones, cosas que no nos apetecen y nos causan frustración. Es algo normal y no puede provocarnos angustia porque la vida tiene una parte que consiste en ir en contra de lo que uno siente.
La voluntad por su parte es fundamental porque enfrentarnos a la dificultad y querer mejorar en aquello en lo que no nos sentimos cómodos nos hace más fuertes.
Las personas más inteligentes son aquellas que encuentran el equilibrio entre el pesimismo y la ingenuidad. Los que son conscientes de que tienen defectos y virtudes, debilidades y fortalezas, para plantearse cómo mejorar. Sobre un discurso de ese tipo es sobre el que se puede construir una mejora y una motivación.
No hay formas buenas y malas de ser, todas son necesarias. Hay que aceptarse y ver cuáles son los puntos fuertes que cada uno tiene porque intentar ser alguien diferente es muy angustioso. Tenemos que aceptar la realidad de que la vida es costosa y difícil y por eso es apasionante.
Es necesario intentarlo y atreverse, aunque nos equivoquemos, porque ahí está la verdadera mejora. Ver los problemas y amenazas del futuro como oportunidades y copiar siempre del que le va bien.
Siguiendo con la idea fundamental de la importancia de conocerse y aceptarse para progresar, Luis enumeró diferentes clases de inteligencia que existen, como la lógico matemática, la lingüístico-verbal, la musical, la intrapersonal, la interpersonal, la espacial, haciendo hincapié en que no se es mejor o peor según cuál de ellas tengamos más desarrollada; ninguna es mejor que la otra, contar con gente con diferentes capacidades es lo ideal.
Destacó que la amabilidad y la cercanía, entendiendo esto como una empatía pero sin paternalismos, la profesionalidad y el conocimiento formándose continuamente y el ser capaz de generar motivación son las tres características fundamentales que debe tener todo profesional en la dirección de equipos de personas.
Hablar menos de los problemas y más de las soluciones; tener mala memoria en el sentido de no estar recordando constantemente el pasado, sino vivir en el momento y mirando hacia delante y, en caso de acordarse del pasado, al menos hacerlo de las cosas buenas, no de las malas y ser sencillos en nuestros procesos, fueron otras de las reflexiones para ser más felices y estar más motivados.
Terminó su ponencia con un mensaje claro y textual “hay que dejarse de chuminás campestres”. Centrarse en lo realmente importante, dejar de lado todo aquello que nos quita la paz y poner nuestros talentos al servicio de la sociedad fue el consejo final para mejorar la sociedad, las empresas y nosotros mismos.